La creación de Adán

El ser humano se esfuerza bastante por acercarse a Dios; pero, sobre todo, es Dios el que hizo, hace y hará el mayor esfuerzo por acercarse a nosotros.

La caída del hombre

El mal es la ignorancia del bien, la ausencia del bien; esto es, la ausencia de Dios en la vida del hombre.

Dios hecho hombre: Jesús

El plan de redención de Dios es el propósito de la existencia de la Iglesia iniciada por aquellos doce que aceptaron el llamado.

El día del juicio final

El ser humano no ha sido creado solo para morir, sino que ha sido creado para vivir eternamente: feliz o infeliz.

Fe y razón

La fe no es verdadera sin razones que la fundameten y la razón no es completa sin la presencia de la fe.

6 de septiembre de 2015

LA REVALORACIÓN DE LA PENA Y EL SENTIMIENTO DE CULPA

INTRODUCCIÓN 

La concepción del «sentimiento de culpa», ha sido ampliamente utilizada durante el S. XX, especialmente en los tratados de filosofía y psicología, para referirse fundamentalmente al origen y significado de sus implicaciones en la conciencia, como es el caso del malestar y turbación interior que experimenta la conciencia ante la deficiencia de determinados actos morales. 

Se podría decir, en primera instancia, que las interpretaciones realizadas por Nietzsche han sido una de las principales causas que han contribuido a difundir la concepción negativa del sentimiento de culpa en amplios sectores de la sociedad. Al plantear la cuestión de su sentido y procedencia, lo hace desde unas instancias radical y parcialmente distintas a las sustentadas por el cristianismo en su antropología, al considerar que el sentimiento de culpa y sus consecuencias son perjudiciales y contraproducentes para la conciencia y la felicidad humana. 

Para confrontar estos supuestos, haré una crítica de sus afirmaciones expuestas principalmente en su obra «La Genealogía de la Moral», y siguiendo el hilo conductor de sus pensamientos, culminaré con una reflexión, desde una perspectiva cristiana, con el objetivo de esclarecer esta compleja cuestión que tanta influencia ha tenido y prosigue teniendo en la cultura occidental, especialmente en lo que se refiere a la libertad y responsabilidad de los actos morales. 

Para Nietzsche «la pena» y el «sentimiento de culpa» tienen una relación forzada por la voluntad de poder. Ambas concepciones tienen un origen inhumando, es decir, que no corresponde a la naturaleza humana. Por tanto, en sus obras, principalmente en la Genealogía de la Moral, expondrá una crítica negativa sobre el origen, la utilidad y la valoración de ambas. Cabe resaltar que necesariamente la crítica se dirige también al cristianismo, puesto que será el principal promotor de estas ideas que tanto aborrece el autor. 

En primer lugar, en lo referente a la pena, Nietzsche lo relaciona directamente con el castigo. Este es fruto de una larga historia de usos y finalidades muy diferentes, tanto es así que en La Genealogía de la Moral (Tratado Segundo, numeral 13), hará una lista de tipos de penas con distintas finalidades. Directamente dirá que no existe una utilidad para la pena que no haya sido impuesta para corresponder a la voluntad de poder. Todo castigo que ha existido en la historia humana ha tenido un alcance negativo en el desarrollo de la libertad del hombre. Y el tope de la crítica nietzscheana se da cuando menciona que la pena ha sido utilizada para despertar el en culpable el sentimiento de culpa, el remordimiento de conciencia, la «mala conciencia». Para él, es lo peor que pudo haber hecho el cristianismo: relacionar la pena como instrumento para generar el arrepentimiento en las personas. 

Es por ello, y en segundo lugar, que en el siguiente numeral explicará que ha sido una tarea inútil el tratar de reformar a los delincuentes y malhechores a través de los castigos. Puesto que lo único que se ha generado es endurecer sus corazones. 

«La pena, se dice, poseería el valor de despertar en el culpable el sentimiento de culpa […] Mas con ello se sigue atentando, todavía hoy, contra la realidad […] La pena endurece y vuelve frío, concentra, exacerba el sentimiento de extrañeza, […] el desarrollo del sentimiento de culpa fue bloqueado de la manera más enérgica cabalmente por la pena, […] pués él ve que ese mismo tipo de actuaciones se ejerce con buena conciencia».

El sentimiento de culpa jamás se dará a través de los castigos, e incluso, no debería existir la culpa en este mundo. Es el cristianismo el generador de la culpa en los hombres a través de su sistema moral. La experiencia ha probado que a los que se intentaba reformar solo han sido endurecidos. No hay una utilidad de la pena que desarrolle al hombre, solo lo priva de su libertad originaria. Esta es la concepción de Nietzsche. 

No obstante, al igual que mi crítica a varios autores de la filosofía moderna y contemporánea, esas concepciones presentan una visión parcializada de la realidad. Pareciera difícil que una sola persona logre una comprensión objetiva de toda la realidad sin llegar a caer en la tentación de la subjetividad. El autor en mención en varias ocasiones se presenta como el que tiene la verdad y se burla de otros autores libremente acusándolos de no saber de lo que escriben, de no tener la verdad sobre los temas que abordan. Este pensador presenta muchas afirmaciones con respecto a la moral, la libertad, los valores, los instintos, la Iglesia, la conciencia; claro no sin haber estudiado, analizado, leído una gran cantidad de libros, pero siempre desde una visión parcial: basada en lo que recoge de la experiencia, de la historia, mas no de los fundamentos antropológicos y ontológicos de cada concepto. Si de ante mano no toma en cuenta la Metafísica, entonces no tiene otra fuente más que la vivencia humana. 

Esa es justamente la raíz del problema que en este ensayo deseo profundizar sobre la concepción nietzscheana. Basarse el cómo los hombres han tratado o utilizado las verdades llevará siempre a un cambio constante de definiciones. En toda la historia humana se han conocido verdades universales que luego han sido modificadas en sus definiciones solo para adecuarlos a la «realidad» del momento (beneficio circunstancial). El hombre se ha tomado esa atribución de poder redefinir las verdades y por ello han surgido las guerras, las ideologías e incluso algunas religiones: por las opiniones humanas. 

Sin embargo, la realidad siempre será la misma, frente a todos los cambios aparentes que la humanidad desee establecer. El hombre siempre será hombre, el fuego siempre será fuego, Dios siempre será Dios, el bien no es el mal y la moral no será inhumana. Buscar respuestas o verdades solo a través de los sucesos nos llevará a cambiar lo que no debe ser cambiado: los fundamentos universales establecidos desde antes del origen del hombre en la tierra. Y solo por mencionar, ahora sufren esas consecuencias verdades como el matrimonio, la vida, la familia, Dios, la trascendencia, etc. 

Nietzsche dice: «voy a dar aquí el esquema a que yo he llegado basándome en un material relativamente escaso tomado al azar». En mi opinión, ese es su problema, analizar una verdad fundamental a través de las formas en cómo el ser humano, imperfecto y muchas veces inconsciente, la ha tratado. De esa manera se llega a verdades parciales, no objetivas. 

A modo de reflexión, quisiera mencionar que tanto la pena y el sentimiento de culpa no necesariamente están relacionados con aspectos negativos. La libertad que tanto defiende el autor mencionado, nunca podrá ser realizada si no se comprende la verdadera utilidad de la pena. Pero tomémosla no solo como un simple «castigo», sino como una justa consecuencias de nuestros actos morales. Es decir, la libertad no puede ser aislada de la responsabilidad y donde hay responsabilidad, si hay equivocaciones, tiene que haber aceptación de la pena (entendida como la justa reciprocidad de nuestras acciones). Es un hecho natural la acción y reacción. La pena no escapa de lo humano si es aplicado correctamente. Entonces, todo dependerá de los motivos de cada persona y Estado al aplicar las sanciones. De otra manera, ¿qué clase de libertad se estaría cultivando? Pues la que hoy en día se practica, la nihilista, la que no se preocupa por el bien común, sino que sigue sus egoístas intenciones. 

Y de igual manera, el sentimiento de culpa es más humano, puesto que refleja la capacidad para reconocer los propios errores. Eso es lo que nos identifica como humanos, tener conciencia de lo que se hace y lo que se hace mal sentir el arrepentimiento necesario para poder revertir las situaciones. 

CONCLUSIÓN 

Una concepción parcial de la realidad siempre decaerá en lo subjetivo, y si dicha concepción es altamente aceptada, lo que decaerá será la sociedad que la acepte. Y justamente es lo que ha pasado en esta edad contemporánea: estamos viviendo las consecuencias de creer en «verdades» relacionadas con visiones limitadas de la realidad y en muchas ocasiones vaciadas de la realidad. 

«Pero el cristiano sabe que la verdad no es la nada, sino que “el yugo de la verdad se hace ligero (Mt 11,30) cuando la Verdad viva nos ama y consume nuestras culpas en su amor. Sólo cuando sepamos y experimentemos interiormente todo esto, seremos libres para oír alegremente y sin miedo el mensaje de la conciencia.»

BIBLIOGRAFÍA: 

· Nietzsche. “La Genealogía de la Moral”, Tratado segundo. 

· Jacinto Choza. “Conciencia y afectividad: Aristoteles, Nietzsche, Freud”. EDITORIAL: EUNSA Pifarré Clapes, LLuis, “El sentimiento de culpa en Nietzsche y Freud”. Arvo.net, 2005. Actualización 29-01-2010. 


[1] Pifarré, El sentimiento de Culpa en Nietzsche y Freud, pág 3 


[2] Nietzsche, Genealogía de la Moral, Tratado Segundo, numeral 13 y 14 


[3] Op. CIt. Pág. 105 


[4] Op. Cit. Pág. 103 


[5] Pifarré, pág. 43