La creación de Adán

El ser humano se esfuerza bastante por acercarse a Dios; pero, sobre todo, es Dios el que hizo, hace y hará el mayor esfuerzo por acercarse a nosotros.

La caída del hombre

El mal es la ignorancia del bien, la ausencia del bien; esto es, la ausencia de Dios en la vida del hombre.

Dios hecho hombre: Jesús

El plan de redención de Dios es el propósito de la existencia de la Iglesia iniciada por aquellos doce que aceptaron el llamado.

El día del juicio final

El ser humano no ha sido creado solo para morir, sino que ha sido creado para vivir eternamente: feliz o infeliz.

Fe y razón

La fe no es verdadera sin razones que la fundameten y la razón no es completa sin la presencia de la fe.

11 de mayo de 2012

LA IMPORTANCIA DE CONOCER

INTRODUCCIÓN

La pregunta que me inspiró la redacción de este sermón fue “¿por qué Dios escribió la Biblia?”; las respuestas que vinieron a mi mente fueron aquellas que venían con un “necio, es obvio”. Es verdad, la respuesta es simple: la Biblia fue escrita como guía del ser humano para encontrarse con su creador; pero, esto que acabo de mencionar, irónicamente, es tan difícil de comprender en la sociedad actual como es difícil resolver un ejercicio de estadística (al menos para alguien a quien no le gusta los números). Pero, ¿por que dicha dificultad? Simplemente, porque el ser humano no valora el significado de conocer.

Sin embargo, esa des-valoración no es fruto solo de esta época, pues en la historia del rico y Lázaro, (LBLA, Lc 16,19-31) Jesús implicó esta situación en la gente de ese tiempo. Por ello, Él usando esa historia les enseño que conocer era la clave para ser salvo. En efecto, cuando el rico le pidió a Abraham que permitiera a Lázaro vivir de nuevo para que vaya a decirle a sus parientes que la vida después de la muerte es una realidad, aquel le dijo: “Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan” (v. 29). De esta manera, es Dios mismo quien manifiesta la importancia de conocer, en este caso, la Biblia en su totalidad; no es excusa decir: “es necesario que alguien regrese de la muerte y nos lo diga para creer en la vida eterna”, “no creo en Dios por que nadie le puede ver”, “no es necesario creer y leer la Biblia para ser cristiano”, entre otras más.

Es por eso, que en este sermón se va a exponer tres fundamentos, de los muchos que existen, para ayudarnos a comprender la importancia de conocer, es decir, porque Dios nos insta a leer su palabra y conocer la Verdad. A continuación, desarrollaremos cada unos de estos.

CONOCER PARA AGRADAR A DIOS (Hb 11,1-6)

La fe nace y se desarrolla por el oír, oír y leer la palabra de Dios (Ro 10,17); la fe se funda en las convicciones, las cuales se fundan a su vez en el conocimiento adquirido. Por tal motivo decidimos seguir a Cristo como nuestro salvador, pues creímos que Él existe y murió por nuestra redención; de otra manera no nos hubiera interesado bautizarnos y reunirnos junto con la Iglesia. No obstante, la fe que un día nació no será siempre la misma, pues no es inamovible, es decir, recae sobre ella dos opciones: o desaparecer o crecer como es la voluntad divina.

Lamentablemente muchos han permitido que su fe se debilite hasta casi desaparecer. Siempre cuando hablamos de “incrédulos” nos referimos a aquellos que no creen en Dios o no han querido aceptar su palabra. Pero, también nosotros, los que hemos aceptado que Cristo more en nuestras vidas, podemos ser llamado “incrédulos” en el sentido de que ya no poseemos fe que de antes porque, simplemente, la dejamos morir. Pero, ¿cómo es eso posible si yo sigo asistiendo a las reuniones? Si lo hacemos solo por costumbre y sin realmente sentir el deseo enorme de hacerlo, entonces ya no es la fe la que nos mueve a asistir. Todo esto es una realidad, le ocurrió a muchos hermanos que se rindieron, que se descuidaron de sus convicciones y, por eso, cayeron en la monotonía.

Como cristianos es imposible no fortalecer nuestras convicciones espirituales, nuestra fe cada vez debe ser mayor y no al contrario. Dios nos exhorta en la carta a los hebreos a que creamos (Hb 11,6), a que tengamos fe para poder ser motivos de su alegría. No podemos vivir una relación estrecha con alguien en quien desconfiamos o no estamos seguros de conocerlo. Para poder vivir una vida cristiana necesitamos borrar toda duda, todo interrogante que tengamos acerca de Dios y su doctrina; si algún tema o aspecto no lo tenemos claro o no nos hemos convencido de la respuesta que nos han dado, entonces debemos seguir indagando y leyendo para llegar a una convicción verdadera. Conocer nos preparará para responder a toda aflicción, problema, blasfemia con toda seguridad y Dios se agradará de nosotros porque estamos cumpliendo su voluntad.

CONOCER PARA SER LIBRES Y NO ESCLAVOS (Jn 8,32)

Es la ley de la causa y efecto: “No conocer que la luz roja del semáforo significa detenerse, causará una accidente inevitable”. Decidir no conocer o rendirnos a la comprensión de todo lo relacionado con Dios y su creación, lamentablemente, repercutirá en consecuencias tanto cercanas como lejanas. No es que Dios nos esté obligando a amarlo, realmente no es así, pues de lo contrario no nos hubiese creado con libertad. Todos reconocemos que cualquier acción genera una reacción, es decir, que todo lo que hacemos o decimos afecta de alguna manera tanto a nosotros como a lo que nos rodea. Decidir no estudiar para un examen, afectará la calificación que logremos. Por tanto, y citando las palabras de Dios escritas en Eclesiastés 11, 9: “Alégrate, joven, en tu mocedad, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y el gusto de tus ojos; mas sabe que por todas estas cosas, Dios te traerá a juicio”. En otras palabras, no conocer el camino (y, por ende, la forma de caminar en él) que lleva a la vida, a la felicidad eterna, al encuentro con nuestro creador, significará que no gozaremos de todo eso. Entonces, ¿qué será lo que nos depare si no conocemos nuestra realidad y propósito? Ciertamente no será lo anterior. “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado el conocimiento, yo también te rechazaré para que no seas mi sacerdote; como has olvidado la ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos.” (Oseas 4,6)

Conocer nos hará libres, esa es la promesa de Jesús: “ conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Ese es el motivo fundamental por el cual es importante conocer; ser libres solo es posible a través del conocimiento de la verdad. Esta última se puede entender, entre otras formas, como el conocimiento de quiénes somos, cuál es nuestra naturaleza, cuál es nuestro propósito en este mundo y que será de nosotros después de la muerte. Decir que no nos interesa conocer todo lo anterior sería como decir que no nos interesa nosotros mismos. Por otro lado, el conocimiento requerido para llegar a la verdad, no solo lo encontramos en la Biblia, que constituye, sin embargo, una herramienta imprescindible para la comprensión de la voluntad de Dios; sino también lo encontramos en una mirada abierta a toda la realidad, es mediante la experiencia que reconocemos que no somos solo materia, que no solo nacemos, crecemos y morimos, que realmente no estamos experimentando una “libertad” absoluta con nuestra manera de vivir. Con Dios seremos libres porque por Él conoceremos la verdad, una nueva esperanza de trascendencia sobre la muerte.

CONOCER PARA DEFENDER LA VERDAD (Jud 3)

Mientras Jesús seguía predicando sobre su nuevo pacto con la humanidad, también profetizó la llegada de falsos maestro: “Muchos tropezarán entonces y caerán , y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán. Y se levantarán muchos profetas falsos, y a muchos engañarán. Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará.” (Mt 24,10-12). Está predicción comenzó a cumplirse pocos años después en la primitiva iglesia con varios pseudo-cristianos que predicaban falacias contra la doctrina de Cristo. Por ello, Judas escribió una carta animando a los creyentes a que sean defensores de la verdad: “Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos.” (Judas 3).

Esta situación no ha terminado, de hecho continúa con más fuerza en la actualidad. Vivimos en una sociedad que reniega de Dios y de su Iglesia, una sociedad que no le interesa vivir bajo principios cristianos, pues piensas que se estaría “privando” de muchas libertades. Tan desviada de la verdad está dicha mentalidad que ya se toma como “normal” la homosexualidad o el beber alcohol y fumar; asimismo, muchas culturas califican como aceptable el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia o la fecundación in vitro, entre otros más. Nosotros, los defensores de la verdad, necesitamos estar preparados para afrontar estas posturas con argumentos contundentes y razonables, necesitamos conocer la Verdad, explicada en al Biblia y expresada en la creación (leyes naturales), y usarla como nuestra herramienta para hacer prevalecer lo que realmente es bueno. Como ya mencioné, esto requiere no solo conocer el contenido de la Biblia, sino también estar informados de aquello a lo que estamos refutando, lo cual requiere siempre leer todo tipo de conocimientos.

Un cristiano vive plenamente como tal cuando muestra mediante sus acciones, la acciones que realizaría Cristo. Ser cristiano requiere, entonces, lo que Pablo le recomendó a Timoteo en su primera carta: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.” ( 1 Ti 4,12). Ser ejemplo en palabra, necesariamente supone que las que salgan de nuestra boca sean aquellas que manifiesten verdades edificantes. El hablar de un cristiano siempre será con propósito salvador y defensor.

CONCLUSIÓN

Es importante conocer la Verdad, escrita en la Biblia y expresada en al Realidad, para vivir una vida plena como cristianos y, de esa manera, agradar a Dios; para experimentar una libertad verdadera en la unión con Dios y no ser esclavos de aquella mentalidad sin esperanzas de vida eterna, y para estar preparados para defender dicha Verdad contra todas las falacias que se están afirmando el día de hoy. Necesitamos valorar todo conocimiento que podamos adquirir y usarlo como herramienta para difusión del plan redentor de Jesús.

Empezar con el dominio de la Biblia es una buena forma de iniciar una vida llena de actitudes cristianas, llena de convicciones sobre la realidad y llena de esperanza por una vida eterna. Recordemos siempre las palabras del apóstol Juan: “ Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre. (Jn 20,30-31). Es momento de continuar leyendo la palabra de Dios.

Referencia bibliográfica:
Todas las citas fueron tomadas de la Biblia de las Américas, versión 1997.